Nacimiento: 
1 567
Fallecimiento: 
1 597

San Martín de la Ascensión Agirre

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Si nos atenemos a los historiadores de cualquier época, posterior a la fecha de su martirio en Nagasaki, Martín Agirre Arrijola, nació el 11 de septiembre de 1567 en el caserío de Zabaleta-Txiki, del barrio de Kokote Auzo de Bergara, próximo a "Irutxaboleta". Esta es la versión más popularmente conocida y aceptada por los bergareses, a pesar de que hay quien señala y asegura ser otra casa solariega de Bergara, el lugar de su nacimiento. Los sacerdotes bergareses observan en Martín Agirre cualidades excepcionales. El chico es espabilado y aprende con facilidad las primeras letras. Cuando cumplía 17 años, consiguen que salga a estudiar de sacerdote a Alcalá de Henares. Cerca de la Universidad, frecuenta el convento franciscano del Santo Ángel y en 1585 toma hábito y profesa en el convento Auñón, de Guadalajara. En adelante se llamará Martín de la Ascensión Agirre. Más tarde, retorna el novicio a la Universidad de Alcalá y termina sus estudios de Filosofía y cuatro años de Teología en el convento de San Bernardino de Madrid.

La decisión de hacerse misionero

Martín, es de estatura media, bien parecido, goza de gran facilidad de palabra, es de carácter pacífico y escribe con mala caligrafía. Se ordena sacerdote en Toledo en julio de 1590. Decide el camino que ha de seguir, el de misionero, aunque sus superiores descubren cualidades óptimas para profesor que no debieran de ser desaprovechadas. Contra viento y marea, se va a pie a Sevilla, en busca de un posible embarque hacia tierras lejanas. Al no conseguir su objetivo, vuelve a Alcalá de Henares, desilusionado y enfermo por el fracaso. Aquí se encuentra con fray Francisco Blanco, y juntos viajan a Cádiz. Después viajo por el mundo:

  • Embarcó para México con Blanco en agosto de 1593. Allí es destinado a enseñar filosofía y teología, pero su meta soñada es Japón, tierra de infieles.
  • A principios de 1594, tiene la suerte de embarcar para Manila, junto con fray Francisco Blanco, siempre a su lado. En junio de 1596, Martín embarca en un navío portugués hacia Japón, meta de su sueño dorado.

Su punto de arribo es Nagasaki. No sabe aún que Nagasaki ha de ser la clave de su vida y muerte, el punto de Martirio. Aprende a hablar la lengua japonesa y la perfecciona. Atiende a leprosos, abre una escuela y compone una gramática japonesa.

Pasa a Osaka, donde se hace cargo de una modesta residencia con una pequeña ermita y 3 catequistas japoneses. Los bonzos escandalizados por los éxitos de los franciscanos y jesuitas, consiguen que el Emperador Taikosama decrete la persecución religiosa. El 8 de diciembre de 1596, los guardias cercan los conventos franciscanos y detenidos, los transportan en carros a Macao y Osaka. Sufren burlas y vejaciones. Los torturan, cortándoles el lóbulo de la oreja izquierda. Ocurría esto, el 2 de enero de 1597. Desde aquí, otra vez, camino de Nagasaki. Largo calvario. Injurias, malos tratos, cansancio infinito. Son 27 personas entre españoles y japoneses, figurando franciscanos, jesuitas y algunos seglares. Entre ellos, el inseparable fray Francisco Blanco, que vuelve a reunirse con Martín en el momento supremo. Arriban a Nagasaki el 5 de febrero con el alba.

Les esperan cruces del martirio. Se confiesan unos a otros. Cada cual elige su cruz, la besa y se tiende sobre ella. Les atan las argollas, una al cuello y dos de cada a los brazos y pies.

Entonan por vez postrera, el Tedeum Laudamus. Martín, habla con voz profunda a sus compañeros de martirio. Les dice que el martirio es un don de Dios y que la sangre de los mártires es semilla de cristiano.

Martín entrega su vida a Dios en la colina de Nagasaki, el día 5 de febrero de 1597, a los 30 años escasos. Nació hablando euskera en Zabaleta-Txiki y murió santamente predicando en Nagasaki.