Nacimiento: 
1 729
Fallecimiento: 
1 785

CONDE de PEÑAFLORIDA, 8º en su estirpe.

Ilustre personaje gipuzkoano, que nació el día 23 de octubre de 1729 en Azkoitia "la antigua San Martín de Iraurgui" pequeña población que, sin embargo, figuraba ya entonces entre las más importantes de Gipuzkoa. Era hijo de Francisco de Munibe e Idiáquez y de María de Idiáquez e Insausti; sus abuelos paternos fueron Francisco Antonio de Munibe Ugalde y Luisa de Idiáquez Zaldivar, y como abuelos maternos figuraron Antonio de Idiáquez y Eguía y Luisa María de Insausti e Ibarra. Todos ellos pertenecieron a distinguidas familias de la aristocracia vasca y según algunos elementos biógrafos de nuestro Munibe, entre sus antepasados hubo santos "como Ignacio de Loyola o Francisco de Xavier" y miembros de las dinastías reales francesa, normanda y navarra. Aunque pertenecía a la más alta clase social y a pesar de la separación de los diferentes estamentos existente en su época, cursó las enseñanzas primaria y secundaria en el Colegio de los Jesuitas de Azkoitia donde en la convivencia con todos se fue modelando su carácter. Desde los trece a los diecisiete años permaneció en el Colegio de los Jesuitas de Toulouse, donde aprendió Ciencias y Humanidades con los profesores más eminentes. El día 3 de junio de 1747, sin haber cumplido diez y ocho años contrajo matrimonio en Oñati con Dña. María Josefa de Areizaga e Irusta, hija de los barones de Areizaga. Fue Alcalde de Azkoitia durante el bienio 1747-48 y reelegido para dicho cargo en los años 1755 y 1765. Fue Diputado General de Gipuzkoa los años 1750/1754/1758/1761 y Diputado a Cortes en 1758, realizando como tal acertadas intervenciones en favor de su provincia, que ocupó siempre un lugar preferente en la escala de sus afectos y a la que dedicó ilusionadamente, durante largos años, lo mejor y mas selecto de sus actuaciones, trabajando sin desmayo para conseguir el deseado progreso de su txoko y el mejoramiento del nivel de vida de los gipuzkoanos.

Hacia 1756 inició el Conde unas "tertulias académicas" con una serie de amigos que serían llamados "Caballeritos de Azkoitia" entre los que descollaban, además de Xabier María de Munibe, Manuel Ignacio de Altuna y Joaquín de Eguía, Marqués de Narros y a los que el Padre Isla significó con el apelativo de triunvirato de Azkoitia. En estas tertulias, que eran diarias, se debatían temas sobre Ciencias, Humanidades, Filosofía o Música, acompañando a ello diversos experimentos con aparatos y máquinas de varias clases, y en ellas el Conde fue exponiendo sus ideas y proyectos.


Orígenes de la Asociación de Amigos del País

En las Juntas Generales de Gipuzkoa celebradas el dos de julio de 1763 en Villafranca de Oria, hoy Ordizia, Peñaflorida y quince amigos más, presentaron un Proyecto de largo título "PLAN de una Sociedad económica o Academia de Agricultura, Ciencias y Artes útiles y Comercio, adaptado a las circunstancias y economía particular de la M. N. y M. L. Provincia de Guipúzcoa". Entre los firmantes del Plan figuraban varios bergareses como Miguel Ignacio de Olaso, Vicente de Lili y Joaquín Ignacio de Moya. En resumen, el Plan se lamentaba del atraso que existía en relación con distintos países de Europa y propugnaba la necesidad de estudiar, trabajar, investigar y fomentar el progreso en los distintos campos para salir de la ignorancia y tratar de igualarse con los Países más avanzados. Las Juntas Generales mostraron su agradecimiento a los autores del Plan pero también su escepticismo en cuanto a su realización.

Siguiendo los Caballeritos con su Proyecto y la necesidad de reunirse para concretar los necesarios acuerdos, la oportunidad se presentó en Bergara con ocasión de las fiestas organizadas para celebrar la publicación de la Bula Salvatoris ac Domini de Urbano VIII de 14 de septiembre de 1627 en que se declaraba a Martín de Aguirre, Beato natural de Bergara. De lo acontecido en aquellas fiestas, celebradas en Septiembre de 1764, transcribiremos lo que nos refieren algunos de sus protagonistas. Pedro Valentín de Mugartegui, uno de los veinticuatro fundadores de la Real Sociedad Bascongada, natural y residente en Marquina, escribe: El día tres de Febrero de 1764 fui a Bergara en compañía del Conde de Peñaflorida y otros a las funciones de San Martín de Aguirre y volví el día 8. Es importante este dato para los que somos bergareses, por varios motivos: En primer lugar le llama santo, aunque sólo era beato; asisten a las funciones religiosas en ocasión de celebrar el aniversario del martirio (5 de febrero) y todo hace pensar que lo consideraban nacido en Bergara, en momentos en que también Beasain reclamaba su naturaleza. Pero las famosas fiestas de 1764 se celebraron el mes de septiembre, aniversario de su Beatificación. Sigamos con la relación de Mugartegui: El dos de Septiembre fui a las famosas fiestas de Bergara que empezaron el día 10 y se concluyeron el 15. Hubo funciones de Iglesia, cucañas, tres corridas, dos de Castilla y una de Navarra, hermosos fuegos, carro triunfal y representación de las dos famosas óperas El Mariscal en su fragua y El borracho burlado, la primera traducida del francés y la segunda escrita y puesta en música por el Conde de Peñaflorida.

Transcribimos también algunos párrafos escritos por el Marqués de Narros, en su ELOGIO tras la muerte de Peñaflorida: "Las disputas, por decirlo así, piadosas, pero reñidas entre Bergara y Beasain, sobre la pertenencia de un Santo Mártir estaba preparando a nuestro Conde la oportunidad de la reunión de varios amigos. La villa logró una Bula de su Santidad concebida en términos favorables y determinó celebrar esta victoria con unas fiestas magníficas; acudió a Peñaflorida, que se presentó gozosamente al desempeño, y empieza a trabajar al instante: traduce con elegancia una ópera cómica francesa y crea una nueva ópera bascongada repartiendo los papeles. El día 11 de Septiembre de 1764 se representaron ambas óperas en la sala consistorial de la villa de Bergara ¡pero con qué aplauso, con qué satisfacción de todos los espectadores! Fue tan grande el concurso y tan lucido, que no puede hacerse creíble, sino a los que lo vieron. Había al mismo tiempo una magnífica corrida de toros en una gran plaza construida a toda costa para esta función".

No solamente se divirtieron los caballeros, sino que se reunieron en varias ocasiones en diversas mansiones de la villa y continua el Marqués de Narros: llegó la hora de la despedida, costosa y amarga debía ser esta separación, mayormente la de aquellos caballeros jóvenes que por la conformidad de genios y sentimientos quedaron más unidos y estrechados. Convinieron en juntarse periódicamente. Sobre este calor puro de la sana amistad se echaron los fundamentos de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. Volvióse el Conde a Azkoitia en compañía de algunos amigos todos bien animados y dejaba en Bergara otros igualmente dispuestos. Convenidos en la Asociación y en su objeto de cultivar las Ciencias y las Artes, promover la industria y mejorar la educación, se pasó a tratar del título que se había de dar a esta nueva Asociación, y se adoptó el de "Sociedad de los Amigos del País". No puede negarse, por tanto, que fue Bergara de donde surgió el movimiento educativo-ilustrado que tendría consecuencias y repercusiones impredecibles en aquel entonces.


Elkartearen sorrera lanetan

Meses más tarde se elaboraron los Estatutos de la sociedad, cuyo artículo primero se expresa así: El objetivo de esta Sociedad es el de cultivar la inclinación y el gusto de la nación bascongada hacia las Ciencias, Bellas letras y Artes, corregir y pulir sus costumbres, desterrar el ocio, la ignorancia y sus funestas consecuencias y estrechar más la unión de las tres provincias vascongadas de Alava, Vizcaya y Guipúzcoa. Como recuerdo, quizás, de que la Sociedad tuvo su origen en tertulias en que imperaba la amistad, se denominó de "Amigos del País" y en cuanto a su ámbito de actuación adoptaron el lema "Irurac-Bat", que, aunque no englobara la totalidad del Pueblo Vasco, fue un primer símbolo de unión entre varias provincias hermanas.

Entre los primeros socios de la Bascongada figuran varios bergareses o con residencia en la villa. Nicolás de Soraluce en su "Historia Compendiada" de la Sociedad, publicada el año 1880 relaciona a los siguientes: Vicente de Lili, Tesorero, Miguel Joseph de Olaso, Secretario, Roque Xabier de Moyua "Marqués de Rocaverde", Miguel Ignacio de Olaso, Ignacio María de Ozaeta y Joseph Joaquín de Landazuri. Proporción importante, ya que en los primeros Estatutos se indicaba que serían veinticuatro los socios de número. Los Estatutos definitivos los aprobó Carlos III en 1770 concediendo a la Sociedad el título de Real y que desde entonces precede a su denominación, elevándola a la clase de Academia y tomándola bajo su regia protección. Se crearon cuatro Comisiones:

  • Agricultura y Economía Rústica,
  • Ciencias y Artes Útiles,
  • Industria y Comercio,
  • Historia y Buenas Letras.

Los socios, de acuerdo con sus talentos, se integraban en alguna de estas Comisiones y daban cuenta de sus trabajos a fin de año, para su publicación en los "Extractos" de la Sociedad. Uno de los mandatos estatutarios está reflejado en su Art. 9º se deberá siempre tener presente la mayor utilidad del país y preferir lo útil a lo agradable.

Queda fuera de lugar el seguir la evolución de la mencionada entidad culta, a la que su director asignó fundamentalmente tres misiones principales:

  • Perfeccionar y dar forma utilitaria a los estudios primarios, hasta entonces mal establecidos y peor atendidos.
  • Luego, extender la alfabetización a las mujeres, todavía privadas casi totalmente de ese beneficio.
  • Y finalmente, crear un centro de enseñanzas superiores, principalmente de Ciencias positivas, semejante a los existentes en otros países.

Todas esas importantes misiones se fueron cumpliendo día tras día y año tras año; y la más destacada de ellas "el Centro de estudios superiores" abrió sus puertas, bajo patrocinio regio, el día 4 de noviembre de 1776, festividad de San Carlos Borromeo, habiendo funcionado antes como Escuela patriótica y después con el nombre de Real Seminario Patriótico Bascongado, que le fue adjudicado por el propio rey Carlos III. Ese Seminario, dotado de biblioteca, laboratorio y gabinetes diversos, fue sucesivamente mejorado y desarrolló planes de estudios cada vez más amplios y más perfectos.

Munibe fue el director permanente hasta su muerte y para atender minuciosamente cuanto al mismo se refería, dejó su cómoda y elegante residencia azkoitiana y se instaló en Bergara el año 1767. La excepcional labor de ese Seminario, encomendada a prestigiosos profesores nacionales y extranjeros, alcanzó un nivel análogo al de los centros ultra-pirenaicos similares, lo que permite considerar a su fundador y permanente animador como uno de los principales agentes de la europeización de la cultura española. Debe señalarse que la proliferación de los frutos de la labor de Peñaflorida alcanzó a todo el territorio hispánico: convencidas las autoridades nacionales del interés que ofrecían las Sociedades Económicas, impulsaron largamente la creación de éstas y con ello llegaron a constituirse en toda España ochenta y tres Sociedades de Amigos del País, a las que precedió como pionera la Sociedad Bascongada. Por otra parte, la influencia cultural del Real Seminario bergarés fue no sólo excepcionalmente notable, sino además de gran amplitud puesto que a sus aulas concurrieron alumnos procedentes de 39 provincias españolas y de 14 países hispanoamericanos. El citado Real Seminario fue la primera escuela técnica española y el primer centro de enseñanza con planes de estudios similares a los de la Europa culta. Todo lo hasta aquí anotado da una clara idea de la importante tarea sociocultural de Peñaflorida.

Este, casi inopinadamente, cuando aún podían esperarse nuevos frutos de su excepcional laboriosidad, falleció en Bergara el día 13 de enero de 1785, siendo sepultado seguidamente en la iglesia de Sta. María de Xemein, en la villa de Markina. Si bien sus realizaciones no siempre han sido bien comprendidas y favorablemente enjuiciadas, la crítica moderna, más ecuánime y mejor informada, ha reconocido sin reservas el notable valor de las creaciones de nuestro personaje: uno de sus mejores biógrafos "Gregorio de Altube" opina que a éste es erróneo llamarle genio, pues no fue tan frío como el diletante ni tan pedante como el filántropo. Y el que fue su más asiduo colaborador y confidente "el marqués de Narros", en el elogio que le dedicó dice así: tuvo la fatal precisión de pasar a Logroño donde contrajo unas tercianas tan malignas y reveldes, que no pudo encontrar remedio contra ellas. Murió Peñaflorida: murió el ciudadano más zeloso, el hombre más indulgente, el esposo fiel, el mejor Amigo. Fue justo, bueno, dulce y reconocido: amó a su patria y a su nación y trabajó todo su tiempo, empleando talentos y bienes en su beneficio. Fue hombre franco, sincero y sensible: comunicaba a sus conciudadanos los dones que recibió de la naturaleza, siempre desvelado en procurar a los que trataba, la mayor satisfacción, gozo y contento. Fue feliz, porque no cometió acción ninguna que pudiese causar en el fondo de su corazón, rubor, temor ni remordimiento. Siempre hizo el mayor bien que pudo y jamás dejó de enternecerse en las desgracias de sus semejantes. Siempre estuvo su generosa mano para socorrer a los necesitados: y siempre pronto a enjugar las lágrimas de los oprimidos y su honesto corazón estuvo ardiendo constantemente en el dulce calor de la más sincera amistad y así fue amado y adorado de cuantos tuvieron la fortuna de conocerle. Ambas opiniones dejan bien definida la ilustre personalidad del VIII Conde de Peñaflorida, especialmente destacado entre los "ilustrados" del siglo XVIII.