Nacimiento: 
1 882
Fallecimiento: 
1 978

Bonifacio Lascurain, más conocido en Bergara como "Boni", nació en Irura (Gipuzkoa) el día 6 de mayo de 1882. Hacia 1890, cuando Bonifacio contaba con unos 8 años, su familia se traslada a Billabona, pues su padre empieza a trabajar en la empresa de paños Subijana. Sin cumplir los 14 años empieza a trabajar en la misma empresa como pinche. Trabajaba desde las cinco de la mañana hasta las ocho de la tarde, disponiendo de media hora libre para realizar un almuerzo, por lo tanto 13,30 horas de trabajo diario, por lo que le pagaban 3 reales diarios. ¡Vaya tiempos aquellos! En este tiempo Bonifacio tocaba el flautín en la Banda de Billabona. Su hermano Felipe "muy buen clarinetista" acudía a Tolosa a aprender a tocar el txistu con Blas Alberdi. Este hermano fue quien le enseñó los primeros pasos en el txistu a nuestro Bonifacio.

El 23 de junio de 1909, en la iglesia de Amasa contrae matrimonio con Ildefonsa Txarroalde Gorosabel, nacida en Irura y regentando su familia un bar en los bajos donde vivía la familia de Bonifacio. Con esta mujer tuvo dos hijos: Justino y Felix; desgraciadamente esta mujer falleció muy pronto.

Bonifacio quería aprender más sobre el txistu, y teniendo en cuenta que su hermano no podía enseñárselo, los días festivos se traslada hasta San Sebastián donde Eusebio Basurko. Al año siguiente, en 1911, comienza a tomar clases de Isidro Ansorena.

El año 1916 se traslada a Bergara y comienza a trabajar en la pañería de Ubillos, casándose con una hermana de su mujer fallecida, de nombre María, que por aquel tiempo "por razones que desconocemos" residía en Mondragón. Esta segunda mujer le dio dos nuevos hijos: Mertxe, que ingresa como monja, y Juanzito, que muere a la edad de 6 años.

Bonifacio Lascurain, tuvo a su lado discípulos notables; y sobre todos ellos, su hijo Justino, indiscutible fenómeno, muerto en la mejor edad. Con Justino tocaba "Boni" de segundo, en un reconocimiento paladino de la valía superior de su hijo. En cuantos concursos se presentaran, obtenía la Banda de Bergara los mejores premios. Y fueron muchos. Empezaron como Banda de tres ejecutantes. Así, en nueve concursos seguidos, los Lascurain (Justino de primero, Boni de segundo, y su otro hijo Félix, de atabalero) obtuvieron los primeros premios. El último en el año 1929, en Bilbao, interpretando, como obra obligada "Naste-borraste" de Gorosarri. El autor quiso escribir una obra en que fuera necesario tocar el tamboril pues se quejaba de que los txistularis iban abandonando, cada vez más, este instrumento de ejecución tan esencial, convirtiéndolo sólo en elemento que completaba la estampa final del txistulari vasco.

Bonifacio participó en muchos certámenes, y se proclamó campeón en varios de ellos:

  • Quizá por esta exigencia del tamboril o quizá porque la Banda de Bergara se había convertido en acaparadora de todos los premios, se presentaron solos en el último concurso, en Bilbao; y el autor Gorosarri, que formaba parte del Jurado, vigiló de una manera especial si los bergareses usaban o no el tamboril en la forma exigida. Les dieron "¡como no!" el primer premio por unanimidad.
  • Después, el año 1931, habiendo preparado en el silbote a Julián Echániz, lucharon en la serie A, de cuatro ejecutantes, en San Sebastián, en el Kurssal, con las bandas de Rentería, Tolosa y Sestao. El resultado fue un primer premio repartido entre Bergara y Rentería. Triunfo rotundo y sonado pues la de Rentería era extraordinariamente famosa y temida.
  • Mucho más tarde, en el año 1950, muerto ya Justino, y con Boni de primer txistulari, Joseba Laborda de segundo, Julián Echániz de silbote y Matías Azcárate de atabalero, concursaron de nuevo en la categoría máxima, después de unas reñidas eliminatorias, con las Bandas de Zarauz y Legazpia, en el Frontón Gros, de San Sebastián. Y otra vez el primer premio. Supongo que estaremos todos de acuerdo en que el historial de la Banda de Txistularis de Bergara es poco menos que imposible de mejorar.

El año 1958, la Asociación de Txistularis en su Asamblea Anual, le nombra por unanimidad Presidente Honorario de la misma.

El año 1961, Boni presenta al Concurso "Luis Urteaga" el zortziko "Txistularia-Ertillari" con la que obtiene el 2º Premio de este gran certamen.

El 26 de noviembre de 1962 se celebró en Bergara el homenaje a su querido primer txistulari y Presidente Honorario de la Asociación. Tras la misa celebrada en la Iglesia Parroquial de San Pedro, en la Plaza de San Martín de Agirre se desarrolla el festival preparado al efecto. En primer lugar, actuó un joven grupo de danzas, que ejecutó una variada selección, muy decorosamente. Acto seguido, actuó la Banda de Música de Bergara, preparada y dirigida por D. Miguel González Bastida. Y, para terminar, el conjunto de txistularis interpretó un concierto dirigido por el homenajeado y a base de obras suyas. Así, comenzaron con el "Zortziko", para pasar al precioso "Minueto" y a la conocida biribilketa "Santa Cecilia", para terminar con el "Agur Jaunak", de Ansorena. Estas interpretaciones fueron aplaudidas frenéticamente. Se aplaudía al conjunto, pero principalmente se aplaudía al director y autor de las preciosas melodías interpretadas.


Reconocimientos a una vida dedicada a la cultura vasca

Tras la muerte de Bonifacio Lascurain acaecida el 9 de octubre de 1978 en Bergara, de la revista Txistulari nº 96 correspondiente al 4º trimestre del mismo año, dedicada prácticamente a su memoria, entre otros escritos podemos destacar el realizado por Javier Hernández Arsuaga, donde destaca:

"En el correr de mi vida de txistulari ha sido mi ilusión laborar en pro de una ampliación del repertorio de música de Txistu, y si bien nunca he tenido una mayor preparación musical, guiado más bien por el impulso de mis sentimientos, he dedicado mis ratos de ocio a recoger el producto de mi simple y limitada capacidad creadora."

Con estas expresivas palabras define claramente Bonifazio Laskurain su trayectoria en el campo de la creación, guiado por la irresistible fuerza elemental que su talante musical innato le impone como una expansión más de su entrega al noble y maravilloso arte de su oficio txistulari.

Así, la obra de Bonifazio Laskurain es sencilla, clara y popular, pero dotada de unos valores innegables cuyos méritos de perfección alcanzan grados imperecederos. No compuso, por tanto, obras de complicados formulismos o de grandes alardes técnicos, ni tan siquiera las avaló con ambiciosas o atrevidas armonías. No, su deseo no era ése; su medio de expresión no el que buscaba o necesitaba; su fuerte era la melodía, esa melodía que brotando espontánea, bella y agradable del manantial de su inspiración como expresión de su sentir, pudiese estar en la mente de todos los txistularis para recreo, solaz y más extenso cumplimiento de su ejercicio.

Sus temas originales son tremendamente populares por haber brotado sin grandes academicismos ni elaboraciones rebuscadas, con esa espontaneidad y pureza que caracteriza a nuestras más preciadas melodías tradicionales. Estoy seguro que muchos txistularis consideran los fandangos "Itxaropena" como viejas reliquias de nuestros ancestros, conservadas y propagadas a través de los tiempos por sus grandes muestras de valor. La casi totalidad de sus composiciones se hallan recogidas en una publicación que con el título "Colección de 100 piezas para Txistu", vio la luz su edición el año de 1964.

De los diversos géneros cultivados, los fandangos ocupan la parte más extensa de su producción. Juntos con los ya citados "Itxaropena", de repertorio de todos los txistularis, destacan otras como verdaderas perlas, por su carácter melancólico, de bella factura y delicada línea melódica. Los ariñ-ariñ cuentan también en su obra con abundante producción.

Todos los zortzikos de "Boni" llevan ese sello de finura y delicadeza que hacen sumamente agradable su ejecución. Su obra "Berriotxoa Donearen Dantza", obtuvo el segundo premio en el Primer Concurso de Composiciones de Nuevas Danzas Vascas, de Bilbao, con coreografía de Ramón y Joaquín Echaniz Inza. Entre sus biribilketas ocupa un lugar prominente la dedicada a "Santa Cecilia", que viene a ser el himno del txistulari a la Santa Patrona universal de la Música.

Los minuetos y contrapases ocuparon frecuentemente su atención. Todos ellos contienen esa galanura y empaque que caracterizan a los de más rancio abolengo de nuestro repertorio. El Minueto núm. 2 y el Contrapás núm. 83 (Biotzez), son dos verdaderas joyas del género, que son interpretados con gran profusión en todo tipo de alardes y conciertos. Figuran entre sus obras publicadas 3 "dianas" que fueron compuestas, sin duda, para servir como alboradas en el clásico desempeño de funciones del oficio txistulari. La núm. 58, que está basada en la canción popular "Uso Zuria", contiene en su última parte, "Biribilketa", una melodía archipopular.

No es muy corriente en la música de txistu las marchas fúnebres. Bonifazio Laskurain cultivó este género, escribiendo cuatro "illeta-doñuak", que figuran con gran hondura en toda su producción. Fue precisamente una de ellas la que sirvió para tributarle el último agur de los txistularis. Su carácter piadoso quedó reflejado en su música con la composición de cuatro obras religiosas: "Marcha a San Pedro Apóstol", "Marcha a Santa Marina", "Marcha al Sagrado Corazón de Jesús" y "Marcha a la Virgen de Fátima", que constituyen un precioso aporte para el repertorio txistulari. La "Alborada en Cuatro Tiempos" fue una de sus últimas creaciones y es quizá su obra más ambiciosa en el género del concierto."

José Luis Ansorena escribía sobre Bonifacio lo que sigue:

De todos es sabido el ascendiente que tradicionalmente ha gozado el anciano en el pueblo vasco. La afirmación de Estrabón: Los vascos en las comidas "dan la presidencia a los de más edad y categoría social"; las voces euskéricas "biltzar" y "batzar" (reuniones de ancianos) con las que se denominan las juntas legislativas vascas; el contenido del medieval fuero navarro "consejos de los doce ancianos más sabios y buenos de la tierra", son otros tantos argumentos de la aseveración de que en nuestro pueblo la edad ha sido sinónimo de prestigio y autoridad. Me sirvo de este preámbulo para ponderar en su alto contenido de ética vasca el artículo 9 de los Estatutos de la Asociación de Txistularis, que dice así: "Se conceptuará como socio honorario número uno al socio de más edad", que presidirá las Asambleas, según el artículo 30, detalle que nos recuerda la afirmación de Estrabón.

Al margen de nuestro modesto mundo de cánones ¿quién no ha sentido gran satisfacción en nuestras concentraciones de txistularis, al verse acompañado y alentado por la presencia ejemplar de un hermoso grupo de aitonas, que llevan sobre sus espaldas muchos lustros de ubérrima historia txistulari? ¿Es necesario argumentar más profundamente, para deducir que en la Asociación debemos todos, desde el primero hasta el último, empeñarnos indefectiblemente en el cariño y atención más cuidadosos con nuestros aitonas? Acabamos de perder a Bonifazio, el aitona. Todo cuanto hemos escrito hasta aquí, cuadra perfectamente en su persona. Pero es necesario añadir algo más.

El 23 de agosto de 1958, por fallecimiento de Don Faustino Urain Egaña, anterior aitona, la Asamblea General celebrada en Bilbao nombró Presidente Honorario, con 76 años, a Bonifazio Laskurain, cumpliendo los Estatutos. Aquí nace la personalidad de Bonifazio, el aitona, que ha durado 20 años ¡Espléndida vitalidad la de nuestro Presidente Honorario en este período! Con su imagen hondamente grabada en mi recuerdo, me brota con fuerza irresistible: ¡Honor a todos los aitonas de la Asociación! ¡Honor a Bonifazio, el "aitona", que acabamos de perder!